jueves, 27 de mayo de 2010

Todos Somos Masones

Batallas, asambleas, triunviratos, invasiones, sufragios, democracias, próceres. Detrás de todas estas cosas que definieron y formaron el país, se encuentra la obra de la Masonería, una sociedad discreta (no secreta) que, prácticamente, construyó la Nación Argentina. El Pro-Gran Maestre argentino, Nicolás Breglia, dialogó en exclusiva con Ciudad1 y reveló la verdadera historia de la Revolución de Mayo.

Si un secreto lo saben dos, ya no es un secreto. Y de la Masonería saben millones. A pesar de la mala fama que le han endilgado, esta organización ha sido impulsora de los principales cambios del mundo moderno. Y en el Río de la Plata, esta influencia fue no sólo decisiva, sino fundadora.

Contrariando varios mitos acerca de esta sociedad, Nicolás Breglia, el Pro-Gran Maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, es un hombre sencillo y austero. Incluso pidió disculpas, entre risas, por el look informal y de entrecasa con el que saldría en las fotos. Muy dado para conversar y realmente apasionado por la (verdadera) historia argentina, accedió gentilmente a responder muchos puntos oscuros y/o desconocidos de la historia que involucran a esta organización.

¿Cuándo se hizo presente la masonería en el Virreinato del Río de la Plata?

La Masonería llegó al Río de la Plata a fines del siglo XVII, en 1797, de la mano de la Logia Independencia, con carta constitutiva de la Gran Logia francesa, y continuó luego con la Logia San Juan de Jerusalem, fundada por el portugués Silveira Cordeiro, con carta constitutiva de la Gran Logia de Maryland. Las masonerías que ayudaron al proceso emancipador fueron la francesa, la española y la norteamericana.

¿Cuál fue la influencia y accionar de la masonería en la independencia del virreinato?

Los masones tuvimos protagonismo en los hechos más decisivos y trascendentales de la historia del país, lo cual explica muchas cosas que, de otra forma, quedan confusas. Estas acciones no aparecen en la historia oficial porque la masonería siempre fue una sociedad discreta. Siempre nos opusimos al poder monárquico y absolutista del señor feudal y del Estado, por eso si uno se declaraba masón (lo cual significaba ser un enemigo directo del establishment), ponía en riesgo no tan sólo su vida sino la de toda su familia. Fue por eso que la sociedad era, en un principio, secreta.

Volviendo al tema, previamente a las invasiones inglesas, en 1795, hay una reunión en Europa de Francisco de Miranda con una serie de dignatarios masónicos de las colonias. Uno de ellos era Saturnino Rodríguez Peña. En esa reunión acuerdan el apoyo del ejército británico a la emancipación americana, pero siempre con la condición de que los ingleses no se adueñarían de estas tierras ni los nativos de las colonias pasarían a ser súbditos del imperio inglés. Entonces, cuando viene la primera invasión inglesa, los masones de acá creen que vienen a apoyar el movimiento emancipador, no a adueñarse de la Ciudad, por eso los apoyan. William Carr Beresford, que comandaba ese regimiento inglés de 1.200 hombres, pertenecía a la masonería, por parte de la Logia irlandesa Operativa (él era irlandés protestante y sus soldados irlandeses católicos). La toma de la Ciudad no fue una batalla, prácticamente fue un desfile militar. Los oficiales ingleses toman el poder, se alojaron en las casas de las mejores familias de la Ciudad, Beresford destituye al virrey y, manteniendo toda la estructura colonial, se hace nombrar Gobernador de Buenos Aires, levantando la bandera inglesa y ordenando a los nativos jurar fidelidad a su majestad británica.

Es decir que no había respetado el pacto masónico.

Efectivamente. La Logia Independencia comisiona entonces a Juan José Castelli a que tenga una reunión con Beresford y le exija el cumplimiento del pacto. Beresford se niega, afirmando que estas tierras son de su majestad británica. Castelli se retira bastante enojado y es allí cuando se inicia la reconquista de Buenos Aires. Lo curioso fue que las tropas enemigas, al ser irlandeses católicos, se vieron identificadas con los criollos, ya que era una situación similar a la que ocurría en su pais, por lo que muchos soldados de Beresford se pasaron de bando y combatieron a favor de la Ciudad.

Finalmente detienen a Beresford y lo llevan a Luján, donde participa de tenidas masónicas y llegan a un acuerdo. Él se juramenta masónicamente a no tomar más las armas contra Buenos Aires y es por eso que lo liberan y le permiten irse a Montevideo, con la condición de convencer a su majestad británica de apoyar la emancipación americana sin adueñarse de estas tierras.

Pero cuando llega a Montevideo, se encuentra con el segundo afluente inglés, que venía a consolidar el primero y estaba constituido por 12 mil hombres, al mando de John Whitelocke y Denis Pack. Beresford les explica entonces que él se había juramentado masónicamente a no tomar las armas y que iba a cumplir.

Sin embargo, la invasión se llevó a cabo

Sí. Los 12 mil hombres al mando del general John Whitelocke desembarcan en la Ciudad. Liniers les sale al frente y se efectúa la batalla de Miserere, en la que gana el ejército inglés y se dirigen en tres alas, una se dirige directamente al Fuerte que quedaba en la actual Plaza de Mayo, el otro (al mando de Denis Pack) se dirige a las Catalinas y la otra al barrio de San Telmo. El caso es que Pack también era masón y había roto su juramento al hacer esto, por lo que es condenado a muerte por los masones argentinos, pero lo salva el General Liniers, que lo hace escapar disfrazado de mujer.

Finalmente, los 12 mil hombres de Inglaterra, el ejército más poderoso del mundo, son vencidos por los habitantes de Buenos Aires, que se levantaron en armas contra el invasor, desde el abuelo hasta el nieto. Es en ese momento, y a raíz de esa victoria, que los independentistas se dan cuenta de sus fuerzas y de que pueden independizarse.

¿Cómo fue la historia del 25 de mayo?

El 25 de mayo no es como lo pintan. Fue una jornada con las tropas en la calle, un momento bastante turbio. Las juntas de Gobierno en realidad se crean para oponerse a la invasión a España por parte del Gobierno francés, apoyando al rey que había abdicado, Fernando VII. No tenían una idea independentista.

¿Por qué, entonces, decimos que fue una junta revolucionaria?

Eso tiene una explicación. Cuando Fernando VII abdica y toma el poder el hermano de Napoleón, José I, todos los sectores de España que no fueron dominados ordenan a las colonias oponerse a los franceses y mantener el dominio español. Cuando llega esa orden al Río de la Plata hay una gran disputa entre los independentistas y los que querían mantener el dominio español. Esto se da el 22 de mayo de 1810 y, aparentemente, triunfan los independentistas. Pero el 24 de mayo, los que quieren mantener el dominio español se rehacen y forman una Junta de Gobierno presidida por el virrey Cisneros. A esa junta la integran Saavedra y Castelli, por el lado de los criollos. Esa misma noche, ante el desconcierto que cundía, se reúnen en la casa de Saturnino Rodríguez Peña, uno de los jefes de la masonería de entonces. Allí deciden presionar para convocar un Cabildo abierto. Beruti, que también era masón, redacta a mano alzada cómo iba a estar integrada esa primera junta en el Cabildo.

¿Entonces todos los integrantes de la Primera Junta eran masones?

Con excepción de Azcuénaga, sí. Todos eran masones.

¿Quiénes los apoyaban?

El apoyo venía del Regimiento Patricios, que era el que mayor capacidad de fuego tenía en esa época y cuyo jefe era Saavedra. Este regimiento acude a la Plaza y ahí estaban French y Beruti, que pasaron a la historia por repartir escarapelas, cuando cumplieron una tarea muchísimo más importante. Eran los jefes de las tropas, los arcabuceros de chispas, y estaban dispuestos a entrar en combate si no se imponía esa primera junta, la cual tenía una idea totalmente independentista. Y es por eso que decimos que era revolucionaria, a diferencia de la junta que se había formado el día anterior con Cisneros.

A partir de allí, esta primera junta va creciendo, siempre con masones, al formar la junta grande, los dos primeros Triunviratos, la Asamblea del año 13 y culmina con la declaración de la Independencia, cuya acta la firman Francisco Narciso de Laprida y sus dos secretarios, Juan José Paso y José Mariano Serrano. Todos masones, por supuesto.

La masonería resulta ser la piedra angular de la construcción de la Nación Argentina. La gran mayoría de los próceres nacionales han pertenecido a esta sociedad, siendo las Logias masónicas la cuna de leyes argentinas fundamentales, como la Ley de educación (1490), mientras que en las tenidas se decidió el resultado de batallas históricas, como la de Pavón. Sí, adivinó: tanto Mitre como Urquiza eran masones. El fin de la disputa entre unitarios y federales se logró en una Logia.

"Es lo que se hace en la masonería " explica Breglia. "Se aprende a escuchar y se pone en la misma Logia dos pensamientos antagónicos, para que así se resuelvan las diferencias para beneficio de todos".

A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.

Camilo Alves
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Fuente: Ciudad1.com